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Mostrando entradas de mayo, 2017

Y pensar que la apatía es lo que más duele...

Se me hace cuesta arriba escribir desde que no siento. Se me hace cuesta arriba el no saber cuándo es el momento de reír de llorar o de sentir. Empujo el muro de desdén que construiste porque eso de mirar por encima ya lo hacías tú y por los dos. Lo siento. Ahora solo puedo darme cabezazos contra la apatía hacia el dolor ajeno porque el mío es el único que echo de menos.

Sigues aquí desde que te fuiste

Sigues aquí desde aquel día, desde que cruzaste la puerta no he dejado de verte, no he dejado de escuchar tu melodía, la de las cosquillas de piano. Algunos me dijeron que podía, que solo era cuestión de ser fuerte pero no he dejado de sentir los pies húmedos de la inundación que crecía ya por encima de tus rodillas. No he dejado de oler el café  recién hecho  cada mañana y las sábanas  siguen sudando tu ausencia. Y yo sigo aquí  Desde aquel día,   desde que te fuiste. He dejado la puerta abierta  por si venías a recoger el desastre  y a decirme que me levante. Por si no te habías dado cuenta ya es demasiado tarde. Sigo viéndote y sigo aquí esperándote.

Supongamos, que así nos va

Supongamos que estoy bien. Supongamos que esto se cura supongamos que no hay heridas, pero sí  cicatrices de batallas perdidas, supongamos . Supongamos que me lo merecí y sepamos que es mentira,  sepamos que creí todo lo que decías y supongamos que en realidad eras tú la cohibida. Sepamos que las de las alas también son las arpías y supongamos que la caída te destrozaría a ti. Porque nadie se imaginaría que yo lo hiciese tan-bien . Supongamos que los arañazos son de pasión y no de garras, ni agarres, ni desplantes los árboles que nos ayudan a respirar, y sepamos que el humo ahoga mientras suponemos su toxicidad. Sepamos que se mueren de curiosidad, los que suponen. Porque saber es difícil y a ellos siempre les ha gustado más suponer y tocar los cojones.