Día nosecuantos


I



Día nosecuantos,
He decidido desempolvar la pluma y comprobar si sigo teniendo ese algo.
Supongo que la mera necesidad de tener que hacerlo a las 4 de la mañana lo confirma.
He dejado de lado tantas cosas tantas veces que ya ni me sorprende
Y tiene que ser ahora, 
encerrado entre cuatro paredes,
cuando me encuentro con una libreta encima de la mesa.

El glamour del escritor maldito se ha quedado a un lado
 para dejar paso a la visión del desesperado.

Y tiene que ser ahora,
 cuando más echo de menos.

Como lo hace un niño al que le quitan un caramelo que ni sabía que tenía,
Como un perro que acaba de llegar a casa por voluntad propia y se asoma al balcón.
Como en una almohada después de haber dormido mis ocho horas
 se ha vuelto a crear en mi la huella de algo que siempre ha estado
 y ya no.

 Y eso que llevo sin dormir desde entonces.

Me han negado el derecho de ver erizarse otra piel
y me han condenado a aborrecer la mía propia.
Me han privado del calor ajeno
y me han lanzado al vacío diciéndome que ahora me toca a mí calentarme solo
Y dime tú cómo voy a hacer esosi siempre he necesitado ayuda para encender una hoguera.

Miro a mi alrededor y ya nada me sorprende,

Escucho lo mismo de siempre a la misma hora:
el cantar de los pájaros a las cinco y media,
la ducha a las nueve,
el intento de salir de la desesperación a las doce
y los aplausos a las ocho.
Me paso el día viendo felicidad fingida y ojos tristes.

Y todo esto sin haberme mirado aún en el espejo.

Escucho al silencio pidiendo a gritos que alguien lo rompa,
Veo manos intentando alcanzar a otros sin conseguirlo
Y bocas salivando con cada ápice de falsas esperanzas.

Harto de los Intentos de romantizar una situación
de la que ninguno se salva y todos sufren.
Sufren en silencio creyéndose sus propias mentiras
Mientras yo, en un intento de escapar del tedio vuelvo a abrirme las heridas.

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